La
Comisión Europea (CE) está llevando a cabo una consulta pública sobre el futuro desarrollo de los combustibles fósiles no convencionales, como el cuestionado Fracking, invitando a toda persona interesada en compartir su punto de vista sobre los proyectos hasta el 20 de marzo de 2013. Ante todo esto,
¿cuál es el estado de la ciencia sobre el fracking?
Hasta este momento, la CE no se ha pronunciado de forma clara al respecto pero quien sí lo ha hecho, ha sido la
Eurocámara, pues lo que ha pedido ha sido
cautela con los permisos de extracción.
Fracking: Luces y sombras
El fracking, shale-gas o fractura hidráulica en castellano, es una técnica ya desarrollada en 1860 aunque no fue hasta 1949 cuando la técnica comenzó a tener cierta fuerza al poder emplearse el agua para la fractura hidráulica y no fue hasta el periodo comprendido entre 1980 y 2000 cuando la compañía texana Mitchell Energy mejora la técnica mediante al alcanzar depósitos de petróleo y gas en roca muy poco porosa e inyectar miles de toneladas de agua con arena y hasta 260 productos químicos diferentes, para crear en ella grietas de hasta 800 metros para favorecer la salida del gas al exterior.
El “fracking” se usa en aproximadamente 90% de los pozos operativos en la actualidad, y entre 60 y 80% de los nuevos pozos, lo requerirán para seguir siendo viables, aunque es
una técnica con una gran cantidad de críticos tanto a nivel de grupos ecologistas como por científicos (véase el famoso
documental de Gasland)
, por los efectos sobre el medio natural, especialmente en lo relativo a la contaminación de los acuíferos por todos los productos químicos que se emplean para la extracción del gas durante la inyección de agua a la roca, así como una elevada producción de gases de efecto invernadero; principalmente metano.
Diversos estudios recientes (
Osborn et al., 2011), son
muy críticos con esta técnica por la contaminación de los acuíferos con metano al analizar 68 pozos de agua subterránea en cinco condados de Pensilvania y Nueva York. En otro estudio (
Walter, G.R. et al., 2012) se veía cómo las actividades asociadas al fracking podían incrementar las emisiones de radón a la atmósfera en aquellos terrenos graníticos.
Contaminación por metano en agua potable
(Fragmento de la
película Gasland de Josh Fox
)
Una de las grandes críticas que se les ha hecho a estos trabajos, es que la
contaminación de las aguas se producía de forma natural y el Fracking no sería el causante de dicha contaminación (
Warner, N.R. et al, 2012
) aunque se pedía una mayor investigación, y que cualquier actividad en esa zona sería susceptible de incrementar el radón atmosférico y que en caso de que en realidad tuviera relación directa con el fracking, existirían sistemas de contención de los gases.
En otro estudio de la Universidad de Cornell (
Howarth et al., 2011), se apuntaba que el proceso global del fracking produce más GEI de lo que se esperaba, lo que ponía en duda la limpieza de esta técnica al ser peor que la quema de carbón, aunque hay quejas de que el supuesto
riesgo en realidad era exagerado.
En Octubre de 2012, se
publicó en el NEJM una durísima carta de diferentes colectivos médicos americanos, sobre cómo la legislación médica cada vez impedía un mayor contacto médico-paciente y se aprovechaba para denunciar la imposibilidad de que existía en algunos estados americanos (Pennsylvania, Ohio, Colorado, y Texas) para informar correctamente a la población local acerca de los posibles peligros que podría suponer el fracking para la población local.
Las últimas revisiones científicas sobre el Fracking
Ante todas estas denuncias, uno de los trabajos científicos más completos acerca del Fracking fue el desarrollado por la Royal Society, a petición del Gobierno Británico a cuenta de los terremotos que en teoría se habían producido por culpa del Fracking.
La
revisión de la Royal Society establecía que el Fracking era una técnica segura,
siempre y cuando se tuvieran en consideración normativas de seguridad claras y estrictas para lo que habría que desarrollar una fuerte regulación (Informe final completo en
pdf).
Además, el Fracking era una causa poco probable de contaminación en aguas subterráneas, siempre y cuando la extracción de realizara a profundidades de varios cientos de metros o varios kilómetros y que en el caso del Reino Unido, debido a su morfología, la contaminación de los acuíferos suprayacentes, serían raras y que en caso de producirse contaminación superficial, se debería a pozos defectuosos por lo que cada pozo y por tanto cada permiso de extracción, tendría que contar con una serie de expertos independientes especialistas que revisaran cada uno de los diseños.
Por otra parte, los riesgos sísmicos son bajos y en el caso de producirse, serían igual o menores que los inducidos por la minería de carbón y los requerimientos de agua, deberían de ser gestionados de forma sostenible, tanto en el uso del agua como en su depuración para reducir el uso del agua. Por último en lo relativo a huella de carbono producida la extracción de gas, se necesitaba más investigación.
Otra opinión parecida, es la de la American Geophysical Union con conclusiones muy parecidas a las de la Royal Society aunque en el caso americano, el
posible riesgo de terremotos es algo mayor debido a las condiciones geológicas de algunos estados de Estados Unidos, pero que
no hay datos suficientes como para relacionar de forma clara fracking y terremotos y que en el caso de que existieran, serían iguales que los ocasionados durante las operaciones de extracción de petróleo como ocurre en Oklahoma, aunque se tendría que seguir vigilando.
En cuanto a los problemas ocasionados por las aguas residuales ocasionadas durante el proceso de extracción, esto se podría solucionar con plantas de tratamiento de aguas residuales en los lugares de extracción tal y como ocurre con cualquier industria alimentaria o industria minera por lo que se instaba a la EPA a seguir con el seguimiento medioambiental.
Proyección hasta 2035 de la producción de gas obtenido por fracking en Estados Unidos frente a los métodos tradicionales. Gráfico de
New Scientist
Actualmente, la EPA está trabajando en un nuevo informe mucho más amplio con el seguimiento al detalle de todos los pozos de extracción de Estados Unidos, para su publicación en 2014 cuando tengan datos significativos a favor o en contra de las técnicas de Fracking, ya que como ocurre con toda actividad, no se puede decir que no ni que sí, inmediatamente…
Weinhold (2012) realiza una interesante revisión de la situación del fracking en Estados Unidos
El único punto, que todas las revisiones científicas ponen de manifiesto, es el tema de las emisiones de metano y que aún no se ha logrado solucionar correctamente su problemática a nivel de emisiones y de contaminación (gas con un efecto de 21-24 veces más fuerte que el CO2 sobre la atmósfera), aunque hay técnicas para mitigar el impacto bastante avanzadas y con buenos resultados como los
sistemas de secuestro de carbono en subsuelo o su empleo para biorreactores.
A pesar de estas mejoras, una
reciente investigación gubernamental en Australia alertaba de que l
as emisiones de metano eran muchísimo mayores de las inicialmente previstas lo que podría hacer que se prohibiera/limitara el uso de la técnica tal porque las técnicas de fracking, podrían provocar que se cambiara la estructura del suelo, dejando escapar más metano a la atmósfera (el trabajo se encuentra actualmente en revisión).
De todas formas, conviene
ser cautos en especial con todos los informes tanto en contracomo a favor del fracking, como se ha visto recientemente con un informe realizado por Charles Groat, antiguo jefe de U.S. Geological Survey para la Universidad de Texas en el que a muy grandes rasgos, se decía que no había grandes motivos para la preocupación pero ahora se ha visto por un informe de la propia Universidad, en el que
se alertaba sobre que este antiguo jefe tenía un conflicto de intereses con una empresa de fracking, por la que no había informado previamente tal y como
explican en Science, y por tanto
los resultados finales, podrían haber estado influenciados por esta relación. Quizás, uno de de los mejores resúmenes acerca de toda esta polémica era el que hacía Scientific American en un editorial en Octubre de 2011 con un claro
Safety First, Fracking Second.
A pesar de las dudas que pueden surgir con el tema tal y como ocurre con cualquier nueva tecnología, observamos que, a día de hoy, las actividades de Fracking son seguras y no tienen por qué ser perjudiciales para el medio ambiente y para la salud pública ya que existen alternativas con las que mitigar el impacto.
En cualquier caso, todas estas actividades, deberían de contar con una reglamentación dura y lo que es quizás más importante, un seguimiento medioambiental fuerte de forma que en cualquier momento que se detecta niveles superiores a los permitidos, parar la actividad.